En los temblores de los dioses paganos surgen las preguntas que juegan de jinete en la torada entre la verdad y la clemencia.

Con la espada muchas veces la verdad ha matado a la clemencia entre aplausos de bárbaros insanos.

¿De que sirve revelar a la verdad si esto implica dejar de ser clemente?

Cerrar a la boca es un acto de bondad con el otro, no porque no merezca saber la verdad, no porque deba seguir en su ignorancia, sino porque el arte de transformación humana pasa por el arte de callarse en un silencio activo, clemente, a la espera constante del momento oportuno - no para ti - sino al otro, que sabe su espíritu que está preparad a escucharte.

La verdad debe subyugarse siempre al amor fraternal de la clemencia.